jueves, 12 de agosto de 2010

En el día de nuestra muerte

He participado en muchos funerales; he visto otros y he leído acerca muchos; de personas comunes y corrientes, de presidentes, de faraones, de ricos, de pobres, de reyes, de dignatarios, de generales y coroneles. He visto la sencillez de los actos fúnebres de unos y las pomposidades de otros, también he visto cajas mortuorias económicas apoyadas en dos sillas en medio de una sala como velatorio y cajas muy lujosas apoyadas sobre oro y exhibiéndose a través de las telecomunicaciones hacia todo el mundo.

El cadáver de Lenin, Evita Perón, Juan Pablo Segundo fueron exhibidos por días mientras las multitudes en procesión desfilaban para mirarlos, para idolatrarlos o por curiosidad, entre otros motivos.

He oído y leído muchos panegíricos, muchas hojas de vidas impresionantes de muchos difuntos, también he escuchado el silencio de aquellos que no han tenido nada que decir de sus muertos, pero si bien es cierto que hay grandes diferencias entre los actos finales de cada persona, no es menos cierto que hay otras tantas en comunes.

Terrícolamente hablando todos tienen en común la condición de muerto, están en un ataúd, nada se pudieron llevar, se fueron con las manos vacías, todos serán olvidados y no habrá más memoria de ellos, serán enterrados siete pies bajo tierra y sus cuerpos serán comidos por los gusanos.

Espiritualmente hablando todos tenemos en común lo siguiente:

Heb9:27 “Y así como está decretado que los hombres mueran una sola vez, y después de esto, el juicio”.

Ecc12:14 “Porque Dios traerá toda obra a juicio, junto con todo lo oculto, sea bueno o sea malo”.

Todo ser humano morirá una sola vez, después de su muerte irá a la presencia Divina para ser juzgado. Un juicio perfecto e imparcial, justo y sin contaminación a tal punto que una madre le podrá exclamar a su hijo que no aceptó a Jesús como su Señor y Salvador: estás bien condenado”, y no tener cargo ni pena de conciencia. Porque su hijo a su vez habrá entendido que la verdadera justicia le fue aplicada y ése era su merecido.

Rom14:11 Porque está escrito: vivo yo—dice El Señor-que ante mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua alabará a Dios.

Rom14:12 De modo que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí mismo.

Aunque algunos durante su terrícola vida no quisieron, por rebeldía, confesar y alabar a Dios, ni mucho menos arrodillársele, después de su muerte necesariamente tendrán que hacerlo.

Con respecto al tiempo de vida en la tierra hay diferencias y similitudes también que es bueno tener presente, veamos:

Mueren los viejos pero también los niños, jóvenes mueren así como neonatales. En eso hay diferencias, tiempos cortos y tiempos largos de vida que el hombre no puede controlar.

Similitudes tenemos y es lo expresado en los siguientes versículos:

Psa31:14 “Pero yo, oh SEÑOR, en ti confío; digo: Tú eres mi Dios.”
Psa31:15 “En tu mano están mis años…”

Ecc8:8 “No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte: y no valen armas en tal guerra; ni la impiedad librará al que la posee.”

Es Dios quien controla los días del hombre y el día de su muerte.

En cuanto al tiempo después de la muerte los seres humanos por igual tendremos la eternidad por delante, una eternidad que viviremos en: cuerpos resucitados unos y otros, solo que la habrá una gran diferencia:

Joh5:27 Y también le dio poder de hacer juicio, en cuanto es el Hijo del hombre.

Joh5:28 No os maravilléis de esto; porque vendrá hora, cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz;

Joh5:29 Y los que hicieron bien, saldrán á resurrección de vida; más los que hicieron mal, á resurrección de condenación.

Resurrección de vida y resurrección de condenación.

El evangelio de Mateo registra en el capítulo 25: 31 al 46 lo que sucederá durante ése juicio, inclusive registra las palabras que exactamente serán pronunciadas por El Señor en dicho momento para cada persona juzgada, veamos:

Mat 25:31 Y cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria.

Mat 25:32 Y serán reunidas delante de él todas las gentes: y los apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.

Mat 25:33 Y pondrá las ovejas á su derecha, y los cabritos á la izquierda.

Mat 25:34 Entonces el Rey dirá á los que estarán á su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo…

Mat 25:41 “Entonces dirá también á los que estarán á la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y para sus ángeles…

Mat 25:46 “E irán éstos al tormento eterno, y los justos á la vida eterna.”

¿Cómo pues quiere usted que le reciban al momento de su muerte? Leamos estas palabras:

Mat 25:21 “Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu señor.”

Mat 25:30 “Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera: allí será el lloro y el crujir de dientes.”

En el día de nuestra muerte lo que importa no es como te despidan aquí, sino como te reciban allá.

¿Crees esto?

2 comentarios:

  1. Muy interesante lo que he leído en este blogs.
    Un saludo cordial y gracias por compartir.

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  2. Todo ser humano interesado en vivir una vida con propósito debe ser consciente a esta gran verdad. Nuestra vida presente es la prueba que nos llevará a la vida eterna para honra o deshonra.

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