lunes, 16 de agosto de 2010

Esperanza sin Trascendencia, Muerto en vida

La esperanza genera vida, crea expectativas, dinamiza, conduce a metas, da propósitos, ilusiona y emociona, es imprescindible para los seres humanos tanto en su ser como en su quehacer cotidiano. Cuando se esfuman las esperanzas tenemos la capacidad de reinventarnos y generar otras que nos mantengan con vida dinámica.

Así nacemos y crecemos. Con el pasar del tiempo ésas esperanzas habrán ido cumpliendo y satisfaciendo nuestro ser, ¡y que bueno!
Pero existe una tensión inseparable e insuperable para el hombre que ha cifrado sus esperanzas dentro de un sistema cerrado de pensamiento que no trasciende más allá del sol el cual es generado por las siguientes palabras y hechos:

Gen 1:27 “Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”
Ecc3:11 “El ha hecho todo apropiado a su tiempo. También ha puesto la eternidad en sus corazones; sin embargo, el hombre no descubre la obra que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin”.

Los seres humanos somos hechos a imagen y semejanza de Dios y por lo tanto tenemos eternidad en nuestros corazones.
La muerte por más que la veamos y vivamos no nos es natural, por eso siempre la sufrimos, por eso nunca nos acostumbraremos a ella. Procurar felicidad, paz, armonía, sentido de justicia, bienestar, sembrar para cosechar y, vivir por siempre, son productos de lo que Dios ha puesto en nuestros corazones.

De ahí que en los momentos finales de la vida terrícola de los hombres, cuando ya las esperanzas no se pueden reinventar, por más y mejor que hayan podido vivir su vida, encontrarán que todo fue vanidad y aflicción de espíritu y sin provecho debajo del sol. Desearían vivir de nuevo, comenzar de nuevo y hasta cambiar todo lo que poseen por la juventud.

En un sistema cerrado de pensamiento que no se vea más que debajo del sol, los seres humanos son unos Muertos en vida, lamentable es que son ésos últimos tiempos los que nos hacen ver dicha realidad.

Para aquellos que tenemos nuestras esperanzas en Cristo; Único y Sabio Dios, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios Verdadero de Dios Verdadero; no las veremos en nuestros tiempos finales como terrícolas desvanecerse, sino rejuvenecerse. Nuestras esperanzas son trascendentes porque nuestro Dios es Trascendente Infinito y Eterno.

Jesús llama a través de la predicación del evangelio a todos los hombres para que conozcan su condición de pecadores delante de Dios, le ofrece por medio de la fe y el arrepentimiento la salvación y la vida eterna, sólo por gracia, así pone a su disposición la solución al dilema o a la tensión que se genera por ser hechos a imagen y semejanza de Dios y tener en sus corazones eternidad y vivir con la triste cosmovisión bajo un sistema cerrado de pensamiento debajo del sol.

Es interesante aclarar que el hombre trascenderá como quiera, haya creído o no en Cristo, las Escrituras presentan ésa trascendencia a través de la resurrección de todos los seres humanos y su inmediata presentación ante el tribunal de Cristo para ser juzgados. Las sentencias ya han sido dadas tanto para los justos como para los injustos.

El tiempo y el lugar de la condena para los injustos ya ha sido revelado también: condenación eterna en el infierno para los que no hayan aceptado a Jesús como su Salvador y salvación eterna en el paraíso para lo que si lo hayan aceptado.

Luk9:57 "Y mientras ellos iban por el camino, uno le dijo: Te seguiré adondequiera que vayas.
Luk9:58 Y Jesús le dijo: Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.
Luk9:59 A otro dijo: Sígueme. Pero él dijo: Señor, permíteme que
vaya primero a enterrar a mi padre.
Luk9:60 Mas El le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; pero tú, ve y anuncia por todas partes el reino de Dios."

Dios te ofrece un nuevo nacimiento en Cristo Jesús, ¿lo aceptaras tú?
¿O querrás seguir siendo un muerto en vida?

1 comentario:

  1. Que maravilloso es pensar que habrá un día donde ya no viviremos por fe, sino que todas las promesas contenidas en la Escritura mostrando las grandes riquezas que en Cristo tendremos la recibiremos y que mejor que aquella cuando le veamos cara a cara.

    Ahora mismo somos bienaventurados, pero en el mañana cuando Cristo vuelva brillaremos como luminares. Ojalá que aquellos que no conocen a Cristo se apropien de esta esperanza ahora que es el tiempo oportuno, pues cuando Cristo vuelva el tiempo de gracia habrá terminado, la puerta estrecha estará cerrada.

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