Las leyes son el producto de la necesidad de regular la conducta, el comportamiento, el desarrollo del ser humano en todas sus facetas y actividades. Hay leyes que preceden, que se generan antes de que sucedan los hechos por los cuales se crean; mientras que hay otras que son el producto de regular acciones, comportamientos, conductas, prácticas o situaciones que ya se han dado o que se están dando en la sociedad.
La ley contra la violencia familiar, la ley del menor, entre otras, son de las que se generan después de que la sociedad siente la necesidad de las mismas.
En el ámbito religioso se están dando fenómenos que, tarde o temprano, tendrán que ser regulados por el Estado u observados por el mismo con la finalidad de proteger, salvaguardar o advertir a los ciudadanos acerca de prácticas religiosas engañosas, mercantilistas, estafadoras y manipuladoras que, amparándose en supuestos milagros y sanaciones desfalcan a sus incautos seguidores.
No soy partidario de la intromisión entre el Estado y la Iglesia. Creo firmemente en una separación política y de gobierno entre ambos. También creo en la libertad de culto, pero, a juzgar por lo que se está dando en nuestro país, me temo, que la definición de lo que es “libertad de culto” tendríamos que redefinirla, porque amparado en estos términos, la sociedad, el pueblo, puede quedar atrapado en licenciar a personas, seudoiglesias u organizaciones que solo se dedican a estafar y engañar al prójimo.
El cristianismo ortodoxo, el bíblico, no se opondría nunca a ningún tipo de escrutinio demandado por alguna entidad externa, en cualquier área de la vida de la iglesia.
Todos los hechos realizados por los hombres de Dios son revelados con diáfana claridad en las Sagradas Escrituras, vergonzosos, abominables, despreciables o no, así por ejemplo, se nos revela lo que hizo David con Urias el heteo: lo mandó a matar para quedarse con su mujer.
Pero también tenemos. por otro lado, los milagros, portentos y sanaciones que hicieron otros hombres del Señor y el Señor mismo, desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento. Todos fueron públicos, verificables y probables. Nada fue ocultado, el ciego vió, el paralítico caminó, los muertos resucitaron y anduvieron entre los vivos (Lázaro, el Señor Jesús).
De manera que el cristianismo es, esencialmente, transparente y claro, sin embargo, mal llamadas iglesias cristianas como por ejemplo, los brasileños de “pare de sufrir”, están haciendo “sanaciones” y “milagros”, que tienen que ser sometidos a exámenes médicos forenses para saber qué es lo que está pasando ahí. Hay otras “iglesias” que también realizan dichas prácticas y que, por igual, no son más que estafadoras, vendedoras de falsas ilusiones y falsas esperanzas, manipuladoras económicas y de emociones que desfalcan a sus fieles y hasta destruyen hogares.
El fenómeno está pasando de lo curioso y de lo ridículo, a lo burlón; y es que se están burlando de la sociedad en su plena cara; y es en ese sentido y por la masificación que esto ha logrado, que sostengo que tarde o temprano el Estado tendrá que intervenir para no seguir permitiendo que se continúe haciendo daño a mucha gente.
Que se obliguen a estas seudoiglesias a demostrar en publico sus milagros; que se obliguen al examen médico antes y después de sus supuestas curaciones, para saber la veracidad de los casos.
En la Biblia, el libro que ellos mismos dicen creer, Dios ordenaba la matanza de aquellos hombres y mujeres que decían que hablaban en su nombre y no se cumplía con lo profetizado; hoy no haríamos lo mismo pero por lo menos se les clausuran sus actividades por engañosas y estafadoras. Esto sería muy saludable.
Una vez hablé con un editor de noticias de uno de nuestros periódicos y él me decía que muchas “iglesias”, en muchos países, se están usando para el lavado y blanqueado de dinero.
Creo que tarde o temprano, como dije antes, vendrán leyes para regular lo que hasta ahora no se regula, pero que por el mal comportamiento y las falsedades y las malas prácticas de las seudoiglesias, así lo demandarán.
No es Libertad de Culto amparase en una denominación religiosa para engañar y estafar al prójimo a los niveles que se están dando en la sociedad Dominicana.
YA ES CUESTIÓN DE SALUD PÚBLICA.