lunes, 1 de diciembre de 2014

De Demóstenes al Señor Jesucristo Y lo que a mí me pasó.

De un tiempo acá he venido reflexionando acerca de las diferentes formas y maneras de predicar la Palabra de Dios desde un púlpito. Para eso he traído a mi memoria (desde el año 1977 en el que hice mi profesión de fe cristiana hasta hoy) los diversos predicadores a los que he sido expuesto durante dicho trayecto.

He observado con atención las preferencias de los oyentes ante tales o cuales oradores, expositores de la palabra de Dios y en tal sentido he visto una marcada inclinación hacia la oratoria  griega, ciertamente las personas quedan fascinadas ante aquellos predicadores con tales características en sus exposiciones.

El más destacado orador griego de su tiempo era Demóstenes, cómo era su oratoria?

Dícese que era: de tono idealista, pasional, abundante, preparado y rápido. De él Cicerón decía que era “el orador perfecto al que no le faltaba nada.” Y Quintiliano le alabó diciendo que era: “Lex orandi” es decir la norma de la orartoria. También llegó a decir de él que: “inter omnes unus excellant” ( esto es, que él se encontaba sólo entre el resto de los oradores.)

Nos dice Wikipedia.org del cual he obtenido estas informaciones que: “sus dotes de oratoria constituyen la última expresión significativa de las proezas intelectuales atenienses…”
 ¡Cuánta seguridad sentía Demóstenes en sus exposiciones, anotación mía.
De  ahí la admiración de los predicadores por la oratoria ateniense, por eso sus esfuerzos por parecerse a Demóstenes en pasión, idealismos, cautivación y rapidez y abundancia en la exposición. Y a ella hemos sucumbido!!

Pero existe otro punto de vista acerca de la oratoria ateniense que nos viene del apóstol Pablo y es el que está contenido en el libro de los Hechos de los Apóstoles:

Act 17:16  Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía dentro de él al contemplar la ciudad llena de ídolos.
Act 17:17  Así que discutía en la sinagoga con los judíos y con los gentiles temerosos de Dios, y diariamente en la plaza con los que estuvieran presentes.
Act 17:18  También disputaban con él algunos de los filósofos epicúreos y estoicos. Y algunos decían: ¿Qué quiere decir este palabrero? Y otros: Parece ser un predicador de divinidades extrañas--porque les predicaba a Jesús y la resurrección.
Act 17:19  Lo tomaron y lo llevaron al Areópago, diciendo: ¿Podemos saber qué es esta nueva enseñanza que proclamas?
Act 17:20  Porque te oímos decir cosas extrañas; por tanto, queremos saber qué significan.
Act 17:21  (Pues todos los atenienses y los extranjeros de visita allí, no pasaban el tiempo en otra cosa sino en decir o en oír algo nuevo.)   

Los atenienses sólo estaban interesados en decir o en oír algo nuevo, tan vana era su filosofía, su vida y  cosmovisión que ningún contenido importaba, sólo querían oír  o decir algo nuevo. Algo que les moviera sus pasiones y emociones, algo rápido y abundante, que sea cautivador, que no haya tiempo para pensar o meditar en lo que se oye o dice. Así el público quedaba cautivado y anonadado, manipulado individual y colectivamente.

Sin embargo, a lo largo de todas las Sagradas Escrituras se nos ha enseñado a exponer la Palabra de Dios en todo el sentido contrario al de la oratoria ateniense, veamos:

Mar 12:29  Jesús respondió: El más importante es: "ESCUCHA, ISRAEL; EL SEÑOR NUESTRO DIOS, EL SEÑOR UNO ES;
Mar 12:30  Y AMARAS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZON, Y CON TODA TU ALMA, Y CON TODA TU MENTE, Y CON TODA TU FUERZA."
Mar 12:31  El segundo es éste: "AMARAS A TU PROJIMO COMO A TI MISMO." No hay otro mandamiento mayor que éstos.

En la exposición de la Palabra de Dios hay algo más que llevar, hay otros fines qué perseguir, hay otros medios a utilizar, no sólo se habla con las palabras, si no con el corazón, no se apela a las pasiones o emociones si no a la mente, a las fuerzas, al alma y al Amor como una decisión, no como el producto de una manipulación.

El fiel predicador de la Palabra conoce los riesgos que hay en manipular un individuo o un auditorio haciéndole creer que ha obtenido la salvación de su alma por dicha vía. Y lo que más trata de evitar es precisamente eso, la manipulación emocional y pasional de las mentes, pues sería conduciros a los umbrales de los infiernos.

El apóstol Pablo lo reiteraba una y otra vez:

1Co 2:1  Cuando fui a vosotros, hermanos, proclamándoos el testimonio de Dios, no fui con superioridad de palabra o de sabiduría,
1Co 2:2  pues nada me propuse saber entre vosotros, excepto a Jesucristo, y éste crucificado.
1Co 2:3  Y estuve entre vosotros con debilidad, y con temor y mucho temblor.
1Co 2:4  Y ni mi mensaje ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder,
1Co 2:5  para que vuestra fe no descanse en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

Pablo no buscaba superioridad de palabra o de sabiduría, sólo quería exponer a Cristo, no se sentía arrogante y seguro, abundante y rápido en sus exposiciones, si no débil, con temor y mucho temblor.

Pablo apelaba al amor nacido de un corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, de las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería, queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman. (1 Timoteo 1: 5 al 7).

Pablo nos dice cómo debemos de presentarnos:

2Ti 2:15  Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad.
2Ti 2:16  Evita las palabrerías vacías y profanas, porque los dados a ellas, conducirán más y más a la impiedad,

EL apóstol Pedro nos habla de las artimañas de los falsos profetas en los últimos tiempos en su segunda carta, en el cap.2. especificando las formas y maneras en la cuales estos oradores encantadores, prometedores de libertad, engatusan a los incautos.

Lejos de llevarnos a imitar a los atenienses, Dios  nos lleva  a todo lo contario, como hemos podido verse nos advierte también acerca de eso:

Col 2:6  Por tanto, de la manera que recibisteis a Cristo Jesús el Señor, así andad en El;
Col 2:7  firmemente arraigados y edificados en El y confirmados en vuestra fe, tal como fuisteis instruidos, rebosando de gratitud.
Col 2:8  Mirad que nadie os haga cautivos por medio de su filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios elementales del mundo y no según Cristo.
Col 2:9  Porque toda la plenitud de la Deidad reside corporalmente en El,

Qué me pasó a mí?

No he sido exento de no caer en la trampa cautivadora de la oratoria ateniense, tengo más recuerdos de ella en mi memoria que de otras, sin embargo, el Espíritu de Dios nos renueva, nos transforma y lleva,  a Su tiempo, a ver las cosas.

EL punto de la reflexión de tiempos atrás que mencioné al inicio llegó a un límite cuando me paré a predicar el Domingo 30 de Nov. Del 2014 en una iglesia enclavada en uno de los sectores más empobrecidos de la capital de Sto.Dgo. (Llamado Cristo Rey), tomé mis anotaciones en las manos, me había preparado para eso, tenía sin meditarlo un esquema ateniense en mi mente: exposición abundante, rápida, apasionada, emocional, con dejos de intelectualismos, con ademanes y movimientos llamativos, y la hora había llegado.

Sin embargo, esas reflexiones acumuladas por tiempos  entre"Demóstenes y Jesucristo" me llegaron a la mente en ése preciso momento y todo lo que había escrito y preparado se fue a pique, eché a un lado mis anotaciones y comencé a hablarle a mi auditorio de corazón a corazón.

Me sentí usado por la Divinidad, me sentí en el aire, sin ser pastor, fui pastor, hablé como debemos de hablar, con paciencia, con amor, con mansedumbre, no me preocupé por las palabras, fluían solas y sentí y ví al auditorio diferente a como lo veía en otras ocasiones, veía sus corazones, no a personas a las que tenía que darle un mensaje de 45 minutos y se acabó. Wao, que experiencia!!

También observé que es un engaño, no admiran más a los Demóstenes ineficaces y engañadores que no hablan al corazón, admiran más a la palabra fiel.


Si la Divinidad quiere me esforzaré por imitarlo a Él y no a Demóstenes, pido perdón a Dios por eso. A Él sea la gloria.

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