jueves, 1 de julio de 2010

Cuando las Actividades se Tragan a la Iglesia

Cuando las actividades tragan a la Iglesia se presentan síntomas que son visibles, aunque para algunos no sean tan visibles o para otros no sean nada visibles porque no ven relación de los síntomas con lo que está pasando dentro de la iglesia.

El asunto no es fácil de verse pues toda actividad se hace por y para la gloria de Dios y, creo que se hace de corazón e intencionalmente, sin embargo no es lo que prioritariamente habría que hacer en la iglesia ni sería el tiempo oportuno para hacerlo.

Con el siguiente ejemplo trataré de ilustrar lo que deseo decir: Un líder dentro de su iglesia tiene una serie de actividades que cumplir y para eso dedica 15 a 18 hrs/semana en la preparación de sus sermones, otras tantas para consejerías y visitaciones, en la preparación de conferencias y estudios, en fin su agenda está llena de actividades y compromisos. Y aunque lo hace todo de corazón y para el Señor, pregunto ¿dónde está el tiempo para su esposa e hijos? Ése desbalance tarde o temprano le pasará factura a ése líder eclesiástico aún esté desarrollando actividades lícitas por y para el reino de Dios.

He leído testimonios de líderes que han confesado que de tener tantas actividades se han llegado a mecanizar e insensibilizar al punto de no sentirse edificados, afectados, tocados por los mismos mensajes y actividades que realizan.

Las causas por las que un líder no pueda balancear, distribuir o disponer correctamente su tiempo pueden ser múltiples, a saber, falta de preparación, falta de sentido común, por escapar a ciertas situaciones y circunstancias y por eso se concentra más en las actividades, por cansancio en el ejercicio de ciertas funciones, por falta de conocimiento de sus diferentes roles, entre otras.
Sin embargo hay algo cierto y es que las consecuencias de éste patrón de liderazgo son y pueden ser funestas si las personas envueltas no se dan cuenta de lo que está sucediendo, ya sea en la iglesia o en el hogar.

Algo similar pasa en las iglesias cuando las actividades se las están tragando. Todo el tiempo, todo el mundo, todo el liderazgo está ocupado y sin tiempo para nada más, se muestran cansados y lo están, sin embargo no son capaces de darse cuenta que la centralidad de su ministerio y de la iglesia descansa en las actividades y no en Cristo (aunque se diga que es en Él).
Algunos síntomas y consecuencias que podemos citar:


1. La comunicación vertical del liderazgo hacia la iglesia y viceversa se va distanciando y reduciendo. Hablo de ésa comunicación personal, interesante y profunda, integradora y reveladora que se provoca, se produce y se da con intención.

2. Al no haber comunicación entre las partes el contacto íntimo se va perdiendo y los vínculos personales deshaciéndose hasta quedar la comunicación en la superficialidad del saludo protocolar.

3. Los sermones, las prédicas, las conferencias, los estudios y las orientaciones, aunque llenas de contenidos, de doctrinas y de teologías resultan ineficaces debido a la desvinculación de las partes.

4. Ése descuido del liderazgo hacia la iglesia produce un vacío en ella tanto de liderazgo como de una sensación abandono que pronto se traducirá en quejas, en un aumento de la demanda por parte de la iglesia por restablecer contacto con sus líderes. En desorientaciones, falta de confianza en sí mismos, finalmente y en los más débiles del rebaño, una explosión personal que los llevará hacia una vida pecaminosa o a alejarse de la grey.

5. El decrecimiento de la iglesia sería evidente o en su defecto el estancamiento de su membrecía. También podría darse un fenómeno similar a la estanflación, lo que sería un estancamiento en medio de un período de crecimiento.

6. Las actividades consumen el presupuesto de las iglesias dejando en planos muy inferiores los recursos a presupuestar para las necesidades personales de los hermanos para el desarrollo y/o apoyo de las misiones y la expansión de la iglesia de Cristo.

7. El liderazgo en vez de liderar la iglesia lo que está liderando son las actividades de la iglesia por lo que no podrá dar el consuelo y consejo oportuno, con el tiempo necesario y en la medida necesaria a los hermanos, a los matrimonios, a los jóvenes.

8. ¿Qué sucederá dentro de la iglesia? Inconformidades por la falta de atención de su liderazgo, la mundanalidad la permeará, cada cual hará lo que desea o sienta y entienda que es lo que debe de hacer pues no hay a quién darle cuentas porque nadie tampoco pide cuentas.

9. En cuanto a la disciplina dentro de la iglesia el liderazgo será más reactivo que preventivo con las consecuencias que esto conlleva.
El listado podría seguir con sus derivaciones, pero es tiempo de detenernos y preguntarnos, ¿Qué hacer entonces? Revisar nuestro proceder en la iglesia ser capaces de autoevaluarnos y dejar que otros nos evalúen, detenernos y, en humildad, corregir lo que haya que corregirse. Buscar la orientación del Creador y Diseñador de la iglesia para que nos guie por el camino que conduce hacia el cumplimiento de Su voluntad.

Escuchar, ver, hacer contacto con la iglesia, con toda la iglesia, pues a veces los hermanos comunes y corrientes tienen algo que decirnos y, no de manera colectiva sino individual para poder palpar las cosas. En la colectividad el contacto es superfluo, limitado, irrelevante, no representativo de la realidad.

Terminaré citando a John MacArthur cuando dijo:

“Esta es una lección difícil de aprender para muchos líderes naturales porque tienden a ver a los demás como medios para alcanzar sus fines. Por lo general, los líderes son orientados hacia el trabajo en lugar de ser orientados hacia las personas. Y de ésta manera usan a la gente, o pasan sobre la gente para alcanzar sus metas. Pedro y el resto de los discípulos necesitaban aprender que el liderazgo tiene sus raíces y crece en un terreno de servicio amoroso hacia los demás. El verdadero líder ama y sirve a aquellos a quienes dirige.”

Citado de:”Doce hombres comunes y corrientes”
2004 Editorial Caribe pag.56.

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