De un tiempo acá he venido
reflexionando acerca de las diferentes formas y maneras de predicar la Palabra
de Dios desde un púlpito. Para eso he traído a mi memoria (desde el año 1977 en
el que hice mi profesión de fe cristiana hasta hoy) los diversos predicadores a
los que he sido expuesto durante dicho trayecto.
He observado con atención
las preferencias de los oyentes ante tales o cuales oradores, expositores de la
palabra de Dios y en tal sentido he visto una marcada inclinación hacia la
oratoria griega, ciertamente las
personas quedan fascinadas ante aquellos predicadores con tales características
en sus exposiciones.
El más destacado orador
griego de su tiempo era Demóstenes, cómo era su oratoria?
Dícese que era: de tono
idealista, pasional, abundante, preparado y rápido. De él Cicerón decía que era “el orador perfecto al que no le faltaba
nada.” Y Quintiliano le alabó
diciendo que era: “Lex orandi” es decir la norma de la orartoria. También llegó
a decir de él que: “inter omnes unus excellant” ( esto es, que él se encontaba
sólo entre el resto de los oradores.)
Nos dice Wikipedia.org del
cual he obtenido estas informaciones que: “sus dotes de oratoria constituyen la
última expresión significativa de las proezas intelectuales atenienses…”
¡Cuánta
seguridad sentía Demóstenes en sus exposiciones, anotación mía.
De ahí la admiración de los predicadores por la
oratoria ateniense, por eso sus esfuerzos por parecerse a Demóstenes en pasión,
idealismos, cautivación y rapidez y abundancia en la exposición. Y a ella hemos sucumbido!!
Pero existe
otro punto de vista acerca de la oratoria ateniense que nos viene del apóstol Pablo
y es el que está contenido en el libro de los Hechos de los Apóstoles:
Act 17:16 Mientras
Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía dentro de él al
contemplar la ciudad llena de ídolos.
Act 17:17 Así que discutía en la sinagoga con los judíos y con los gentiles
temerosos de Dios, y diariamente en la plaza con los que estuvieran presentes.
Act 17:18 También
disputaban con él algunos de los filósofos epicúreos y estoicos. Y algunos
decían: ¿Qué quiere decir este palabrero? Y otros: Parece ser un predicador de
divinidades extrañas--porque les predicaba a Jesús y la resurrección.
Act 17:19 Lo
tomaron y lo llevaron al Areópago, diciendo: ¿Podemos saber qué es esta nueva
enseñanza que proclamas?
Act 17:20 Porque te
oímos decir cosas extrañas; por tanto, queremos saber qué significan.
Act 17:21 (Pues todos los atenienses y los extranjeros de visita allí,
no pasaban el tiempo en otra cosa sino en decir o en oír algo nuevo.)
Los atenienses sólo estaban
interesados en decir o en oír algo nuevo, tan vana era su filosofía, su vida
y cosmovisión que ningún contenido importaba,
sólo querían oír o decir algo nuevo.
Algo que les moviera sus pasiones y emociones, algo rápido y abundante, que sea
cautivador, que no haya tiempo para pensar o meditar en lo que se oye o dice.
Así el público quedaba cautivado y anonadado, manipulado individual y
colectivamente.
Sin embargo, a
lo largo de todas las Sagradas Escrituras se nos ha enseñado a exponer la
Palabra de Dios en todo el sentido contrario al de la oratoria ateniense,
veamos:
Mar 12:29 Jesús respondió: El más importante es: "ESCUCHA, ISRAEL; EL SEÑOR NUESTRO
DIOS, EL SEÑOR UNO ES;
Mar 12:30 Y AMARAS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZON, Y CON TODA TU ALMA, Y CON TODA TU MENTE, Y CON TODA TU
FUERZA."
Mar 12:31 El segundo es éste:
"AMARAS A TU PROJIMO COMO A TI MISMO." No hay otro mandamiento mayor que
éstos.
En la exposición de la
Palabra de Dios hay algo más que llevar, hay otros fines qué perseguir, hay
otros medios a utilizar, no sólo se habla con las palabras, si no con el
corazón, no se apela a las pasiones o emociones si no a la mente, a las
fuerzas, al alma y al Amor como una decisión, no como el producto de una
manipulación.
El fiel predicador de la
Palabra conoce los riesgos que hay en manipular un individuo o un auditorio
haciéndole creer que ha obtenido la salvación de su alma por dicha vía. Y lo
que más trata de evitar es precisamente eso, la manipulación emocional y
pasional de las mentes, pues sería conduciros a los umbrales de los infiernos.
El apóstol Pablo lo
reiteraba una y otra vez:
1Co 2:1 Cuando fui a vosotros, hermanos,
proclamándoos el testimonio de Dios, no fui con superioridad de palabra o de
sabiduría,
1Co 2:2 pues nada
me propuse saber entre vosotros, excepto a Jesucristo, y éste crucificado.
1Co 2:3 Y estuve
entre vosotros con debilidad, y con temor y mucho temblor.
1Co 2:4 Y ni mi
mensaje ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino
con demostración del Espíritu y de poder,
1Co 2:5 para que vuestra fe no descanse en la
sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
Pablo no buscaba
superioridad de palabra o de sabiduría, sólo quería exponer a Cristo, no se
sentía arrogante y seguro, abundante y rápido en sus exposiciones, si no débil,
con temor y mucho temblor.
Pablo apelaba al amor
nacido de un corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, de las
cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería, queriendo ser
doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman. (1 Timoteo
1: 5 al 7).
Pablo nos dice cómo debemos
de presentarnos:
2Ti 2:15 Procura
con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de
qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad.
2Ti 2:16 Evita las
palabrerías vacías y profanas, porque los dados a ellas,
conducirán más y más a la impiedad,
EL apóstol Pedro nos habla
de las artimañas de los falsos profetas en los últimos tiempos en su segunda
carta, en el cap.2. especificando las formas y maneras en la cuales estos
oradores encantadores, prometedores de libertad, engatusan a los incautos.
Lejos de llevarnos a imitar
a los atenienses, Dios nos lleva a todo lo contario, como hemos podido ver, se
nos advierte también acerca de eso:
Col 2:6 Por
tanto, de la manera que recibisteis a Cristo Jesús el Señor, así andad
en El;
Col 2:7
firmemente arraigados y edificados en El y confirmados en vuestra fe,
tal como fuisteis instruidos, rebosando de gratitud.
Col 2:8 Mirad que nadie os haga cautivos por medio
de su filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres,
conforme a los principios elementales del mundo y no según Cristo.
Col 2:9 Porque toda la plenitud de la Deidad reside
corporalmente en El,
Qué me pasó a mí?
No he sido exento de no
caer en la trampa cautivadora de la oratoria ateniense, tengo más recuerdos de
ella en mi memoria que de otras, sin embargo, el Espíritu de Dios nos renueva,
nos transforma y lleva, a Su tiempo, a
ver las cosas.
EL punto de la reflexión de
tiempos atrás que mencioné al inicio llegó a un límite cuando me paré a
predicar el Domingo 30 de Nov. Del 2014 en una iglesia enclavada en uno de los
sectores más empobrecidos de la capital de Sto.Dgo. (Llamado Cristo Rey), tomé
mis anotaciones en las manos, me había preparado para eso, tenía sin meditarlo
un esquema ateniense en mi mente: exposición abundante, rápida, apasionada,
emocional, con dejos de intelectualismos, con ademanes y movimientos
llamativos, y la hora había llegado.
Sin embargo, esas
reflexiones acumuladas por tiempos entre"Demóstenes y Jesucristo" me llegaron a la mente en ése preciso momento y todo lo
que había escrito y preparado se fue a pique, eché a un lado mis anotaciones y
comencé a hablarle a mi auditorio de corazón a corazón.
Me sentí usado por la
Divinidad, me sentí en el aire, sin ser pastor, fui pastor, hablé como debemos
de hablar, con paciencia, con amor, con mansedumbre, no me preocupé por las
palabras, fluían solas y sentí y ví al auditorio diferente a como lo veía en
otras ocasiones, veía sus corazones, no a personas a las que tenía que darle un
mensaje de 45 minutos y se acabó. Wao, que experiencia!!
También observé que es un
engaño, no admiran más a los Demóstenes ineficaces y engañadores que no hablan
al corazón, admiran más a la palabra fiel.
Si la Divinidad quiere me
esforzaré por imitarlo a Él y no a Demóstenes, pido perdón a Dios por eso. A Él
sea la gloria.