sábado, 2 de octubre de 2010

Instrumentos en las manos de Dios

Pasar por las diversas circunstancias y procesos que se nos presentan en la vida sin poder definir o ni siquiera inferir los propósitos y las causas por lo que estamos viviendo debe ser muy triste. Imagínese un círculo y que dentro de ése círculo están todos sus problemas y que dentro también está usted, agobiado, y encarcelado sin poder ver ni saber qué es lo que está pasando y porqué. Sólo reacciona a las circunstancias, incapaz de abstraerse, de salirse del círculo y mirar y observar y ver y conocer y saber hacia dónde se conducen las cosas. Eso debe ser triste para el ser humano.

La mujer embarazada conoce su final, y aunque se les presenten problemas que la obliguen a reposar, aunque haga una barriga muy difícil y su embarazo sea complicado, sabe que al final nacerá su bebé. Aunque los dolores de parto sean fuertes ella sabe lo que vendrá en unos momentos y sabe que también se les olvidarán y que su concentración y felicidad estarán en su criatura.

No es lo mismo el proceso de aflicción, enfermedad y muerte en la familia de un cristiano que en la de una familia no creyente.

El creyente que sufre, aflige y/o muere conoce durante todo su proceso que es un instrumento en las manos de Dios para cumplir con sus propósitos soberanos. Conoce cuál será su último final, sabe hacia dónde va y también el significado de lo que está pasando. El no está dentro de un círculo perdido y sin sentido, reaccionando ante lo que venga lo mejor que pueda.

Repito eso es triste y desolador vivir bajo ésas circunstancias.

¿Cómo entonces vive el creyente? Hasta donde la Divinidad nos ha revelado podemos afirmar con toda certeza lo siguiente:

Rom8:28 Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito.
Rom8:29 Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos;
Rom8:30 y a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos también justificó; y a los que justificó, a ésos también glorificó.
Rom8:31 Entonces, ¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?
Rom8:32 El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también con El todas las cosas?

A los que aman a Dios todas las circunstancias les son favorables y tienen un propósito, y al final y aunque ahora no lo entendamos perfectamente todo será para nuestro bien. Porque si no escatimó ni a su propio para darnos la salvación, cómo pues no nos preservará y nos concederá con Él todas las cosas.

En ésos versículos está contenida la historia de la humanidad desde su creación hasta su final y algo más. También está contenido lo que sucedió desde antes de la fundación del mundo, cuando la Santísima Trinidad estaba conociendo, eligiendo a cada creyente y predestinándolo para salvación y vida eterna.

Podemos decir que las aflicciones, los sufrimientos y todas las cosas por las que podamos pasar estarán en las manos de nuestro Dios y Salvador y Él estará a nuestro lado:

Mat 10:28 Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno.
Mat 10:29 ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Y sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin permitirlo vuestro Padre.
Mat 10:30 Y hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados.
Mat 10:31 Así que no temáis; vosotros valéis más que muchos pajarillos.

Mat 28:18 Y acercándose Jesús, les habló, diciendo: Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra.
Mat 28:19 Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
Mat 28:20 enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

Todo está soberanamente controlado por Dios y Él está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo?

¿Qué más podemos decir?

2Co 1:3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación,
2Co 1:4 el cual nos consuela en toda tribulación nuestra, para que nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios.
2Co 1:5 Porque así como los sufrimientos de Cristo son nuestros en abundancia, así también abunda nuestro consuelo por medio de Cristo.
2Co 1:6 Pero si somos atribulados, es para vuestro consuelo y salvación; o si somos consolados, es para vuestro consuelo, que obra al soportar las mismas aflicciones que nosotros también sufrimos.
2Co 1:7 Y nuestra esperanza respecto de vosotros está firmemente establecida, sabiendo que como sois copartícipes de los sufrimientos, así también lo sois de la consolación.

He ahí parte de las respuestas a nuestras tribulaciones y sufrimientos en ésta vida presente. Sufrimos y nos consuelan, consolamos con la misma consolación que nos consuela Cristo.

¿No es maravilloso esto?
¿A caso no es suficiente y complaciente saber esto?

Confieso que es una obra sobrenatural que hay en todo esto, no es posible pensar así si no hemos nacido de nuevo, si no somos nueva criatura en Cristo Jesús. De ahí el desconsuelo, la desesperación y las frustraciones que se generan durante todo el proceso de aflicción, sufrimiento y muerte en las familias no creyentes.

Hemos de pensar como creyentes en aflicción que estamos siendo instrumentos en las manos de Dios para cumplir con sus propósitos, los cuales por demás son buenos santos y justos. Que todo redundará para nuestro bienestar, que Él está a nuestro lado hasta el fin.

Que con nuestros procesos aflictivos Él está consolando a otros, enseñándoles a otros para que vean ejemplos de integridad, de esperanza, de fidelidad a Dios, aún en medio del más insoportable dolor que terrícolamente hablando se pueda soportar.

Si somos conscientes de lo que nos está sucediendo, las cosas son diferentes.

Si nos entregamos por amor a Dios y a nuestros hermanos, para ser instrumentos en sus manos seremos un Don para su Iglesia. Un Don a través del cual el comunique su palabra y su voluntad. Y seremos agregados a la lista de dones que Él mismo ha dado a su iglesia para llevar a cabo su obra.

Hay dones tales como el apostolado, el de profecía, el de maestro, de sanidad, de lenguas, la fe, de enseñanza, la esperanza y el amor. De todos los dones el único que va a perdurar es el don del amor. Y si por amor pasamos todas nuestras circunstancias aflictivas soportando al lado de Dios lo que haya que soportar, entonces seremos verdaderamente un Don del Altísimo en éste mundo.

Por amor a Dios y a nuestros hermanos que nos observan, durante nuestra enfermedad
procuraremos cumplir con nuestra entrega de amor, haciendo de el :

1Co 13:4 El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante;
1Co 13:5 no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido;
1Co 13:6 no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad;
1Co 13:7 todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
1Co 13:8 El amor nunca deja de ser; pero si hay dones de profecía, se acabarán; si hay lenguas, cesarán; si hay conocimiento, se acabará.
1Co 13:9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;
1Co 13:10 pero cuando venga lo perfecto, lo incompleto se acabará.
1Co 13:11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé las cosas de niño.
1Co 13:12 Porque ahora vemos por un espejo, veladamente, pero entonces veremos cara a cara; ahora conozco en parte, pero entonces conoceré plenamente, como he sido conocido.

Es como la mujer en cinta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario