miércoles, 1 de septiembre de 2010

¡Que me importa a mí, ALLÁ TÚ!

El sistema de valores anti-Dios que está permeando el mundo parecería que no tuviera límites, digo parecería porque realmente sí tienes sus límites y a su debido tiempo se acabará. Así Dios lo ha prometido y así se cumplirá, a su tiempo.


Mientras tanto los frutos y las obras de ése sistema de valores son manifiestos: adulterio, fornicación, inmundicia, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, hechicerías, homicidios, borracheras, astrología, orgías, homosexualismo, mentiras, robos, injusticias, drogas, violencia familiar, entre otras manifestaciones. Quien está detrás de todo esto es la persona de Satanás, el engañador y el mentiroso de todos los tiempos, ése que anda como león rugiente buscando a quien devorar. Ése personaje traidor, insaciable del mal, sediento de sangre y hambriento de almas.

Las formas y maneras de éste ser maligno operar son muchas y variables, he escogido a Judas Iscariote para ilustrar una de ésas formas y ver cómo ha seguido ése patrón de conducta con un ejemplo que ocurrió en una discoteca de Santo Domingo en el año 2008.

Satanás conoce lo codicioso que somos los seres humanos, conoce la insaciabilidad insaciable que padece el hombre del siglo xx1, el postmodernista, y sin tapujos ni vergüenza repite una y otra vez su clásico método de engañarnos y seducirnos ofreciéndonos cosas, y nosotros como codiciosos al fin, caemos (voluntariamente caemos) lo hizo con Adán y Eva diciéndole…”Seréis como Dios”…y éstos cayeron en la trampa mortal y eterna.

Quiso hacer lo mismo con Jesús induciéndolo a que desconfiara de Dios el Padre una y otra vez una y otra vez, ofreciendo como siempre cosas que no puede dar. Pero ésa vez no se salió con la suya.

Sin embargo con nosotros juega, nos usa, nos encanta, nos ensalza, nos eleva a la cima, nos llena los ojos con espejismos, y luego que caemos nos humilla, nos aborrece, nos escupe, nos vomita, y cuando le reclamamos nos dice como le dijo a Judas: “Que me importa a mí tu condición, allá tú!”.

A Judas lo tentó con el dinero (como a muchos de nosotros), a otros nos tentará con la pornografía, las drogas, la violencia, las orgías. En el siguiente verso se narra lo sucedido:

Mat 26:14 Entonces uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes,
Mat 26:15 y dijo: ¿Qué estáis dispuestos a darme para que yo os lo entregue? Y ellos le pesaron treinta piezas de plata.

La historia termina con Judas devolviendo la plata, lleno de remordimiento y ahorcándose:

Mat 27:3 Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que Jesús había sido condenado, sintió remordimiento y devolvió las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos,
Mat 27:4 diciendo: He pecado entregando sangre inocente. Pero ellos dijeron: A nosotros, ¿qué? ¡Allá tú!
Mat 27:5 Y él, arrojando las piezas de plata en el santuario, se marchó; y fue y se ahorcó.

Act1:18 (Este, pues, con el precio de su infamia adquirió un terreno, y cayendo de cabeza se reventó por el medio, y todas sus entrañas se derramaron.

¡Que nos importa a nosotros, allá tú!

Así sucedió en una discoteca de Santo Domingo, Satanás usando como instrumentos a jóvenes, los provocó a la codicia con la fama, con la vanidad de la gloria, con el poder y los sedujo a beber shot de tequila. Podemos imaginarnos la escena: todos aplaudiendo, los participantes tomando su lugar y remangándose la camisa…pon lo ahí, llénalo tò, vamo arriba, dale palante, aplausos, aplausos, a la una, a las dos y a las tres… más sirve más, otro, vamo no te pare tu puedes, sigue que ya fulano paró, nama quedan tres, sigue sigue, sirve otro… risas, carcajadas… fotos por aquí fotos por allá… video por aquí, videos por allá… dale sólo queda mengano dale… el ambiente está encendio…paren ya paren… ganaste…los aplausos abarrotan el lugar.

Al ganador le ofrecieron que se tirara del pináculo del templo que iba a ser transportado por ángeles y cuando terminó, que todos lo adoraron y lo aplaudieron, inclusive Satanás, ya era tarde…el joven había muerto.

Pero Satanás no se quedó ahí, es un insaciable del mal, quiso más y más, entonces se valió de los propios amigos del muerto y de los presentes para que éstos tratarán de vender los videos y las imágenes a los medios de comunicación televisivos y escritos de todo el proceso, incluyendo la del joven muerto. Es la expresión viva que tuvieron los fariseos con Judas… ¿o nos les parece?

Así pasa a diario con nosotros cuando cedemos a las tentaciones del maligno, después que caemos y armamos un tollo en la familia, en el trabajo, con nuestros hijos, el nos dice, a mí que me importa, ¡allá tú!

¿Qué pasó como consecuencia de esos hechos? Nada…ah! Una familia destrozada, como le gusta a Satanás. Los amigos? bien gracias.

¿Porqué elegimos hacer el mal pudiendo hacer e bien?

 Porqué si Dios a través de Cristo nos da la oportunidad de nacer de nuevo espiritualmente y ser transformado a su imagen, con carácter hacia a santidad, preparándonos para toda buena obra, porqué rechazarlo?

¿Porqué rechazar a Jesús, su amor, su paz, su paciencia, su misericordia, su perdón, su piedad, su gozo, su ternura, sus afectos, su bien?

Mientras Jesús te ofrece una mejor vida presente, una mejor vida eterna, mientras Él te llama para darte la Salvación de tu alma y de tu cuerpo... ¿Por qué eliges el mal para tu propia destrucción?

El Señor Jesús quiere tu humillación para luego exaltarte a la gloria, Él da lo que promete, Él nunca te dirá… “¡que me importa a mí, allá tú!

En tú decisión considera la decisión de Josué y su valentía:

Jos24:14 Ahora pues, temed al SEÑOR y servidle con integridad y con fidelidad; quitad los dioses que vuestros padres sirvieron al otro lado del río y en Egipto, y servid al SEÑOR.
Jos24:15 Y si no os parece bien servir al SEÑOR, escoged hoy a quién habéis de servir: si a los dioses que sirvieron vuestros padres, que estaban al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa, serviremos al SEÑOR.

Jos24:16 Y el pueblo respondió, y dijo: Lejos esté de nosotros abandonar al SEÑOR para servir a otros dioses;

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