miércoles, 25 de enero de 2012

“Vicisti galilaee” (Vencisteis galileos

Juliano el Apóstata sobrino de Constantino el Grande le sucedió como emperador a su muerte. Coronado en el año 361 d.c. en su juventud era un asiduo lector cristiano cuya fe aparentó abrazar y a la cual renunció convirtiéndose en un pagano perseguidor empedernido del cristianismo.

Restauró muchos de los templos paganos procurando revivir el paganismo; la persecución al cristianismo no fue sin embargo de muerte, torturas o encarcelamientos si no que consistió en abrogarles 50 años de derechos y conquistas religiosas y civiles que se habían obtenidos.
Les privó a los cristianos obtener trabajos del Estado, les hizo pagar para la restauración de los templos paganos y lo que era más persistente e incómodo para los creyentes era sus constantes burlas, Juliano les decía “galileos” así se expresaba para molestarlos.

Registra la historia que Juliano tenía tan arraigado en su ser su encomio contra los cristianos (galileos) que aún mientras moría después de ser herido en batalla en Persia, dijo “Vicisti galilaee”  es decir “Vencisteis galileos”.

¿Qué quería Juliano, destruir el cristianismo, acabarlo, hacerlo desaparecer, desacreditarlo, desautorizarlo…vencerlo?

¿No le bastó conocer la reciente historia pasada y cómo el cristianismo se mostraba indetenible e invencible?  

Tan ofuscado estaba por derrotar al cristianismo que en su agonía sólo atinó a decir: “Vencisteis galileos”.

El apóstol Pablo anduvo por esos caminos, respirando amenazas y muertes contra los discípulos del Señor, pedía cartas para poder apresar y hasta matar a los creyentes, sin embargo El Señor se le interpone en su camino y le dice:

Hechos 9:3  Y sucedió que mientras viajaba, al acercarse a Damasco, de repente resplandeció en su derredor una luz del cielo;
Hechos9:4  y al caer a tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
Hechos 9:5  Y él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y Él respondió: Yo soy Jesús a quien tú persigues…“Dura cosa te es dar coces contra el aguijón”,

Esté o no en los documentos originales ésta última frase ha sido una realidad por todas las generaciones, el cristianismo es invencible y nada ni nadie podrá siquiera pellizcarlo.
Para atacar al cristianismo los “Julianos” modernos no pueden ignorar la historia, el atribuirle discriminación de género o machismo al cristianismo es algo que sólo los rebeldes, aquellos que tienen algo personal contra Dios pueden hacer; no son ignorantes, más bien son historiadores e intelectuales pero que por causa de su enemistad contra Dios actúan de tal manera .

¿Cómo era la condición de la mujer en el imperio griego y mas luego en el romano, qué influencia tuvo el cristianismo cuando irrumpió en la cultura y sociedad de aquellos tiempos? Las respuestas no son ignoradas por los “Julianos modernos”, insisto en que su rebeldía los ciega y los conduce al ataque frontal contra las Sagradas Escrituras.
Para muestra un botón, dice el dicho, veamos:
Corán, “Sura 4:38 <>

Plutarco, biógrafo y ensayista griego del siglo II (Licurgo 15.8) registró que los atenienses guardaban a sus mujeres con candados y llaves.

Pero las palabras del Señor fueron cielo abierto para las mujeres, más dulce que la miel fueron, son y serán:

Eph5:21  sometiéndoos unos a otros en el temor de Cristo.
Eph5:22  Las mujeres estén sometidas a sus propios maridos como al Señor.
Eph5:23  Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, siendo El mismo el Salvador del cuerpo.
Eph5:24  Pero así como la iglesia está sujeta a Cristo, también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo.
Eph5:25  Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella,
Eph5:26  para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra,
Eph5:27  a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada.
Eph5:28  Así también deben amar los maridos a sus mujeres, como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
Eph5:29  Porque nadie aborreció jamás su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, así como también Cristo a la iglesia;
Eph5:30  porque somos miembros de su cuerpo.
Eph5:31  POR ESTO EL HOMBRE DEJARA A SU PADRE Y A SU MADRE, Y SE UNIRA A SU MUJER, Y LOS DOS SERAN UNA SOLA CARNE.
Eph5:32  Grande es este misterio, pero hablo con referencia a Cristo y a la iglesia.
Eph5:33  En todo caso, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete a su marido.

La exégesis correcta de éste pasaje nunca podrá conducir a una sobre posición del hombre sobre la mujer, nunca podrá inducir a ningún hombre a sentirse superior a mujer alguna como para rechazarla o atropellarla.

Es Cristo y su relación con la iglesia el parámetro sobre el cual se debe desarrollar la relación matrimonial. El fundamento es Cristo y el amor manifiesto y sin condición que Él le demostró a su iglesia. Si imitásemos el amor de Cristo por su iglesia no tendríamos oportunidad para el adulterio, violencia familiar, maltratos verbales, menosprecio o cualquier otro tipo de abuso hacia nuestra mitad, pues juntos somos una sola carne.

De manera que atribuirle al cristianismo ésos prejuicios paganos y mundanos es en el mejor de los casos ignorar las Escrituras, desconocer la historia o en lo que particularmente creo, es ser un rebelde y perseguidor empedernido de Cristo.

Esas personas (Julianos modernos) algún día no tendrán más remedio que exclamar como Juliano el emperador…Vencisteis galileos, ante la imposibilidad de sus inútiles intenciones de burlarse del Cristianismo. 

Cristo trastornó el mundo desde una aldea pobre de Jerusalén, siendo un carpintero, sin tirar un tiro, sin hablar una mentira…todo fue con la verdad, justicia y amor. Amor que les dispensa a los julianos modernos a quienes, si vienen a Él, los recibe con perdón y ternura, sin cuestionarle su pasado y sí ofreciéndole vida eterna y paz de conciencia.

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