viernes, 20 de enero de 2012

Algunas Reflexiones sobre mi ordenamiento al diaconado.

Hay algo que me preocupa en todo esto, y que aunque queda salvado por la fe en las promesas que El Señor nos da a través de toda la Escritura, no deja de ser preocupante y hasta contradictorio en cierto sentido. Hay que tocarlo para no parecer que estamos viviendo un cristianismo irreal, se trata del hecho de que los llamados del Señor no NECESARIAMENTE implican muchas celebraciones y festejos; y no le estoy echando jabón al sancocho, como dice el refrán; sino que como dije anteriormente, como creyentes no podemos vivir fuera de la realidad de lo que es servirle a Dios o de ser cristiano.

Y es que los llamados a servir, lejos y muy distantes están  de serlo para llevar una vida cómoda, relajada, tranquila, feliz, sin preocupaciones ni dolores, en paz y armonía con todos, sino más bien para:

Padecer afrenta por causa de quien nos llamó.
Para ser maltratados junto a su pueblo.
Ser afligidos, abofeteados, perseguidos y odiados.
Para perder la vida.
Para dejar padre, madre, esposa, hijos si fuere necesario.
Soportar reproches, desprecios…

Yo particularmente le tengo miedo al puesto y a su contenido, no sé mis hermanos, pero yo sí, y aunque confío en Dios, creo que esa confianza no es suficiente, peco de incredulidad y por eso pido sus oraciones para que me ayuden a tener más fe en Dios para soportar junto a Él todo lo que esto implica.

No me es fácil pensar en una tarea Divina sin albergar temores, como tampoco les fue fácil a los que recibieron dichas tareas y que se encuentran registrados en la Biblia; pero es mi consuelo que igualmente ha quedado escrito como Dios junto con la encomienda ha provisto siempre los medios y la voluntad para llevarla a cabo y consecuentemente se cumpla con sus Santos  e inmutables propósitos.

Pensé declinar al llamado por la falta de fe, por mi insuficiencia, por mis pecados y por todos mis temores; sin embargo fue uno de esos temores que me hizo aceptarlo el llamado; ¿Cuál? Los llamados de Dios no se pueden rechazar sin sufrir sus consecuencias, además de pensar que para Él nada está oculto y que si soy vil, menospreciado y lo que no es, como dice Pablo, entonces que sea como Él quiso a través de la congregación, así que por lo tanto, si Él me llamó, aquí estoy, con temor y temblor sí, pero estoy. 

Alegrías y risas, felicitaciones y gozos, perfecto, compartiremos juntos esos sentimientos pero sin perder la realidad y las consecuencias de éste llamamiento.
A modo de recordatorio; pues sé que todos conocemos lo que voy a decir; no perdamos de vista parte de esta realidad pasada:

En el caso de Abraham, Dios lo llamó para que saliera de su comodidad y bienestar hacia una tierra que él no conocía, que no sabía dónde estaba ni cómo era y que por lo tanto no sabía hacia dónde se dirigía. Con promesas de hacer de él una gran nación, cuando ni siquiera había podido tener hijo…sin embargo Abraham obedeció al llamado y le fue bien.

A Noé Dios lo llamó a construir una embarcación de proporciones gigantescas en una época en la que todavía no había ni siquiera lloviznado, se tomó más de 100 años construirla y así condenó al mundo… Noé obedeció al llamado y le fue bien.

Moisés se resistió al llamado Divino en varias ocasiones hasta que, por supuesto, no pudo resistir el decreto de Dios y fue a Egipto y libertó a su pueblo. Moisés obedeció a Dios y le fue bien.

Gedeón recibió el llamado del Señor para una tarea que a sus ojos era imposible, su familia era de las más pobres de Israel, era el menor de su casa, el ejercito en conjunto de los madianitas y amalecitas era abrumador comparados con el de Israel y después de negarse y porfiar con Dios en varias ocasiones acepta el llamado con un ejército que había logrado formar de 32 mil soldados, a lo que la Divina respuesta le dijo: solo irás con 300 personas para que la gloria sea mía y no tuya. Gedeón obedeció a Dio  le fue bien.

Isaías dijo ¡ay de mí! Cuando estuvo a punto de recibir el llamado de Dios y tuvo que venir un ángel y tocarlo con un carbón encendido para quitarle su culpa y limpiarle su pecado para poder él luego decir, envíame a mí Señor. Isaías obedeció y cumplió su tarea y le fue bien.
Jeremías se resistía al llamado una y otra vez, una y otra vez, pero vencido por Dios dijo:“me sedujiste y fui seducido” por lo que obedeció y soportó toda clase de sufrimiento, teniéndole más temor a Dios que a los hombres. Y le fue Bien.

De Jonás hasta Pablo podemos ver gráficamente el accionar de Dios y de sus profetas, del Apóstol Pablo la Divinidad le dijo a Ananías:

Act9:13  Pero Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuánto mal ha hecho a tus santos en Jerusalén,

Act9:14  y aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.

Act9:15  Pero el Señor le dijo: Ve, porque él me es un instrumento escogido, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, de los reyes y de los hijos de Israel;
Act9:16  porque yo le mostraré cuánto debe padecer por mi nombre.  

 Y para que recordemos el mayor llamamiento y la mayor de las tareas a llevar a cabo en ése llamamiento, pensemos en nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Su obra era insoportable para humano alguno, y fue ésa obra la que se le encomendó que hiciese como el Hijo del Hombre a favor nuestro y en el ejercicio de la misma, en sus momentos culminantes Él exclamó:
Luk22:42  diciendo: Padre, si es tu voluntad, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.

Mat27:46  Y alrededor de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: ELI, ELI, ¿LEMA SABACTANI? Esto es: DIOS MIO, DIOS MIO, ¿POR QUE ME HAS ABANDONADO?

Debilidades, temores, negaciones, padecimientos, riesgos, todo esto y más hay envuelto en lo que hoy estamos haciendo, pero como sabemos el final de bien al que nos conduce la Divinidad, que sea Él mismo que nos fortalezca como lo hizo con los que así ha llamado.

Sólo puedo exclamar: ciertamente que los caminos de Dios no son nuestros caminos, ni sus pensamientos nuestros pensamientos y que así como el viento tira hacia el sur, y rodea al norte y va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo, así obra la Divinidad en nuestras vidas…y ésta es la grandeza de la Deidad para que sólo podamos confiar en Él.






1 comentario:

  1. Estaremos orando por ti mi hermano y no olvide que cuando Dios nos elige Él mismo nos capacita para hacer la obra que Él nos ha encomendado ya que en nuestras propias fuerzas no podemos.

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