Es proverbial entre nosotros los dominicanos el que: de todo sabemos, de todo opinamos, a todo le tenemos una solución, al gobierno, a las enfermedades, etc., etc. Sin embargo es saludable preguntarnos si de verdad sabemos de todo, si de verdad podemos opinar acerca de todo si de verdad podemos solucionar todos los males del gobierno, si de verdad podemos dar recetas médicas y dietéticas ante cualquier enfermedad.
La respuesta a todas esas interrogantes es lógicamente: NO, razonablemente NO. Todos sabemos que es NO; pero seguimos actuando como si fuese SI; puesto que continuamos opinando y opinando, “solucionando cosas” y recetando como si fuésemos médicos.
Ahora bien, de las cosas que sí deberíamos saber y conocer, le propongo que sea el tema de la familia. El tema del hogar es prioritario. Si hay algo acerca de lo cual deberíamos saber es sobre dicho tema, y es que en él se conjugan varios aspectos de los cuales opinamos y damos soluciones. Por ejemplo, en el hogar se dan las condiciones para uno ejercer un buen gobierno, un buen liderazgo y todo lo que esto conlleve.
Para tener una familia correcta, una familia en armonía, con buenas relaciones internas, con una buena comunicación entre sus componentes, etc., etc., es necesario conocer primeramente lo que Dios nos dice que debemos saber y consecuentemente hace pues Él es nuestro Hacedor. Dios conoce nuestros más íntimos pensamientos, Él nos conoce a cada uno por nuestros nombres, y conoce nuestras debilidades y fortalezas.
Conocer a Dios (hasta donde Él se nos ha revelado) y saber lo que Él quiere que conozcamos de nosotros mismos y de nuestra familia, nos garantiza - si le obedecemos y ponemos en obra sus mandatos - que tendremos una familia de acuerdo a su voluntad y, por ende, una familia correcta y buena.
El modelo del Señor para la familia, el papel que Él le ha asignado a cada miembro de la misma, si son llevados a cabo y obedecidos, Él mismo nos garantiza en su Palabra que será una familia feliz.
De manera que tenemos el deber, el tiempo y las oportunidades para ejercer un buen gobierno en nuestros hogares. Cualquier solución u opinión suya hacia terceros debe ser primeramente usada y aplicada en su familia con buenos resultados. Dios, en su sabiduría, nos dice en las Escrituras que para gobernar a otros es necesario primeramente gobernar bien nuestra casa.
El mayor y mejor aporte que usted le puede hacer a la sociedad en la que usted vive es ofreciéndole una familia según el modelo y el diseño de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Una familia con valores morales y espirituales absolutos, una familia con una ética de trabajo como Dios manda.
A veces nos perdemos opinando y solucionando cosas, hablando de esto y de aquello, de lo uno y de lo otro (y con mucha autoridad para remate), y nos olvidamos que en nuestro propio núcleo familiar tenemos todos los elementos para poder ejercer nuestro propio gobierno, para poder expresar nuestras propias opiniones y, lamentablemente, no lo hacemos con resultados eficaces.
El impacto que tiene en la sociedad cuando un líder de su hogar junto con su esposa le ofrecen hijos formados con los principios del Cristianismo, es muy significativo. Imagínese entonces que nos concentremos como familias, que enfoquemos nuestros propósitos por estos caminos.
Piense en esta historia real: me contaba una amiga que su vecino pone a todo volumen un ‘reguetón’, y que el coro del mismo dice, según ella, cito: “súbele el volumen a la música de Satanás, súbele el volumen a la música de Satanás”. Me cuenta la amiga, que su hija de 6 años oye ese ‘reguetón’ y que hasta lo baila inocentemente. Le pregunto amigo lector, ¿Qué consecuencia tendrá esa música y esa letra en los hijos de ese señor, su familia y en los vecinos?
La historia anterior se repite una y otra vez en cada hogar (y de muchas maneras, como en la Internet), en cada barrio o sector en donde la palabra de Dios no se toma en cuenta, en donde los líderes de cada hogar opinan y opinan acerca de todo, sin ver el deterioro y la decadencia moral y espiritual a la que se están sometiendo ellos mismos y a la sociedad a las que dicen que pueden arreglar.
En los hogares cristianos se honra a Dios, con esfuerzo y perseverancia, a sangre, sudor y lágrimas, pero contentos y felices con lo que tenemos, con esperanzas y propósitos en esta vida sabiendo lo que estamos haciendo, sabiendo de donde venimos y hacia donde vamos.
Amigo lector, por eso le propongo a Jesús como el Señor y Salvador de su alma, y también para las almas de sus familiares y amigos. Le propongo a Jesús como la fuente de conocimiento moral y espiritual que le permitirá formar a sus hijos para que usted se los entregue a la sociedad y al país como una cosecha de buenos frutos. Y, a lo mejor, de sus frutos salga un buen gobernante para nuestra nación, y ya no tan solo palabras y palabras, opiniones y opiniones. Quién sabe!!
DIOS BENDIGA SU DECISIÓn