Lo que usted va a leer a continuación debe comenzar con una autocensura, a veces he provocado lo que aquí voy a considerar como inadecuado y otras veces he sido copartícipe riéndome con los que han provocado conductas inadecuadas durante el mensaje en la congregación.
Desde antes de la fundación del mundo Dios nos escogió en Cristo Jesús para la alabanza de su gloria, nos perdonó y nos libró de la condenación eterna, aquellos a los cuales no escogió, no le fueron perdonados sus pecados y por lo tanto no fueron librados de la condenación a la cual fueron destinados.
Ése es el mensaje de Dios contenido en la Biblia.
El predicador da ése mensaje sin conocer quien ha sido o no elegido, sólo los escogidos responderán al llamado Divino a través de sus mensajeros, los demás no lo harán.
El mensaje en sí es un mensaje de vida o muerte para el oyente, no hay chance para juegos, diatribas, risas, tente ahí, trivialidades, hacer reír, sencillamente NO LO HAY! Punto.
Por más suave, potable, digerible, diplomático y light que el mensajero quiera poner el mensaje es imposible, si es fiel, que no hiera, rompa almas, rompa huesos, trastorne, haga sangrar, llorar, revolcarse al que lo entienda y sea inconverso. El inconverso vendrá a modo de urgencia a los pies de Cristo. Si esto no sucede, o el inconverso no lo entendió o el mensaje no fue fiel.
En el caso de que dicho mensaje sea dado a los creyentes, es imposible que no lo postre en adoración, en devoción hacia Jesús que le libró de la condenación eterna por su pura gracia. Es imposible que no se contrite por su pecado remanente y aún ante la infinita gracia que le ha sido otorgada. Es imposible que no llore por sus familiares y amigos que todavía no conocen al Señor y están en pleno riesgo de pasar a la eternidad apartado de Dios.
Creo que, sea para la evangelización o la edificación no debe de haber lugar para el humor una vez haya comenzado a darse el mensaje recibido por Dios, no veo en las escrituras lugar alguno para las trivialidades e historietas, mucho menos para hacer reír.
El mensajero está para dar un mensaje no para hacer reír. El mensajero fiel y verdadero ha sido llamado y enviado por Dios, Ése Dios que ofreció en sacrificio cruento e inhumano a su único Hijo para salvar a los perdidos.
¿Dónde pues está la risa?
¿Dónde está la urgencia del mensaje, su sobriedad?
He oído decir que el humor no quita la seriedad y la gravedad del mensaje y eso es un sofisma. Si no lo quita lo trivializa, lo suaviza, lo pone light, lo agua, lo adultera, lo distrae y nadie que esté a punto de irse para el infierno quisiera que lo distrajeran con banalidades.
No he visto en la Biblia humor ni risas, ni en Jesús ni en sus apóstoles ni en sus mensajeros. Lo que he visto es sentido de urgencia para que los hombres sean salvos.
Hay sarcasmos que provocan heridas no risas, hay ilustraciones que provocan tristezas, penas y hasta muertes, pero no risas.
Ningún auditorio y, mucho menos una sinagoga, se le rió al Señor cuando estaba dando el mensaje que el Padre le dió para los hombres. En ninguna parte se registra que en los mensajes dados por los apóstoles se hayan provocado risas y carcajadas. Ningún profeta del antiguo testamento provocó la risa de sus oyentes cuando éste estaba transmitiendo el mensaje fiel de Dios.
Todo mensaje dado era y es urgente y demandaba y demanda una decisión tajante, sin medias tintas ni flojeras de hombres, por qué, porque las consecuencias de rechazar el mensaje son eternas y repercutían y repercuten trascendentalmente a nivel personal, familiar, político, económico, social, religioso y como nación también.
¿Dónde está el humor en el mensaje?
La seriedad del mensaje no la da la congregación ni el mensajero, sino el que envía el mensaje y ése es Dios.
martes, 1 de febrero de 2011
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