martes, 20 de abril de 2010

Ateos…ateos…Infelices Ateos, todavia tienen oportunidad


Asumir las consecuencias de vivir sin Dios, no es tarea fácil para el ateo. Desarrollar un proyecto de vida, familiar, empresarial, intelectual o de cualquier otra índole, para terminar fatalmente en la muerte, es verdaderamente frustrante, agonizante y sin sentido.

Aceptar la radical nihilidad de la existencia del ser humano y vivir conforme a ello, no es tarea fácil de justificar para el ateo.

Vivir con nuestros hijos, madre, padre, hermanos, y considerarlos como simples objetos y no como sujetos, no es tarea fácil para el ateo.

El enfrentarse como ser humano a la nada, produce como decía el filósofo, una angustia existencial, una realidad amarga e insuperable.

Vivir sin Dios, sin la verdad de Dios, sin valores morales y espirituales que puedan guiarlo, no es tarea fácil para el ateo.

Que cada ser humano invente su propio camino en la vida y aceptarlo como válido, pues todos los caminos que se tomen son válidos, pues a la “nada” conducen todos, no es tarea fácil para el ateo.

Considerar que detrás de todas las cosas está la “nada”; que el hombre también es “nada” y que se dirige hacia la “nada”, no es tarea fácil para el ateo.

El ateo que vive como ateo y que piensa como ateo, no es coherente cuando reclama justicia, cuando reclama moral, cuando dice que ama a sus hijos o a sus padres.

El ateo que vive planificando su vida y la de sus hijos es incoherente con su creencia, pues para qué lo hace, si hacia la “nada” se dirige.

El pesimismo del ateo es incoherente con su creencia, o ¿acaso no sabe cuál es su destino? La “nada”.

Vivir llorando y reclamando por las injusticias que se cometen, vivir lamentándose y quejándose por la corrupción que hay en el gobierno es una tremenda incoherencia por parte del ateo. Pues cada cual elige su camino y cada camino es válido, según su creencia, o ¿no es así?

Poseer la imagen de Dios como ser humano y proclamarse ateo es una incoherencia, es contradictorio e insostenible para el ateo, nunca podrá vivir separado de su propia persona.

“El hombre es un ser para la muerte”, dice el filósofo ateo, pero se lamenta por la guerra, llora la muerte y reclama la paz entre las naciones, pero ¿para qué si todo es nada y hacia la nada vamos?

El ateo es un infeliz ser mortal, que poseyendo la imagen de su Hacedor, ha elegido alienarse de Él, para su propia perdición. Perdición que no lo conducirá a la “nada” si no al mismo infierno, a la condenación eterna de su alma y de su cuerpo.

Al menos que se arrepienta de su rebeldía y de su necedad y se vuelva a su Señor y Dios, y acepte a Jesucristo como su Salvador.

No es tarea fácil para el ateo, afrontar su ateísmo y sus consecuencias.

¿Cómo vivir así?

Leamos a Rubén Darío:

“Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,

Y más la piedra dura, porque ésta ya no siente,

Pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,

Ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no ser nada, y ser sin rumbo cierto

Y el temor de haber sido un futuro terror…

Y el espanto seguro de estar mañana muerto,

Y sufrir por la vida y por la sombra y por lo que conocemos

Y apenas sospechamos y la carne que tienta con sus frescos racimos,

Y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,

Y no saber a dónde vamos,

Ni de dónde venimos…!”

¿Cómo morir así?

Leamos a Jean Paul Sartre:

[…] el ateísmo es una empresa cruel y de largo aliento: creo que la he llevado hasta el fondo […] desde hace unos diez años soy un hombre que se despierta, curado de una amarga y dulce locura y que no puede darse cuenta ni puede recordar sin reírse de sus antiguos errores y que ya no sabe qué hacer con su vida.”

Leamos otro de sus escritos, originado, según Salvador Dellutri, de una experiencia que tuvo Sartre en su niñez al intentar establecer una relación con Dios, relación que fue frustrante; según él mismo Sartre dijo; y recordando aquel momento dijo:

“Hoy, cuando me hablan de Él, digo con la diversión sin pena de un viejo enamorado que se encuentra con su vieja enamorada: Hace cincuenta años, sin ese mal entendido, sin esa equivocación, sin el accidente que nos separó, podría haber habido algo entre nosotros."

Así lo entendió Nietzsche en La Gaya Ciencia cuando luego de declarar la muerte de Dios; “Dios ha muerto, lo hemos matado nosotros”; anunciando una etapa de descreimiento, alcanza a ver las consecuencias que este cataclismo tendrá en la sociedad:

“¿Cómo pudimos vaciar el mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar el horizonte? ¿Qué hemos hecho después de desprender la tierra de la cadena de su sol? ¿Dónde la conducen ahora sus movimientos? ¿A dónde la llevan los nuestros? ¿Es que caemos sin cesar? ¿Vamos hacia delante, hacia atrás, hacia algún lado, erramos en todas las direcciones? ¿Hay todavía un arriba y un abajo? ¿Flotamos en una nada infinita? ¿Nos persigue el vacío de su aliento? ¿No sentimos frío? ¿No veis el continuo acercarse de la noche cada vez más cerrada?”

Sin embargo, la Biblia nos dice:

Gen 1:1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra.

Gen 1:26 Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza..

Gen 1:27 Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

Mientras el salmista decía que los cielos cuentan la gloria de Dios, el pobre e infeliz filósofo, decía: el silencio eterno de los espacios infinito me vuelven loco.

¡Oh Dios, ten misericordia de ellos!


sábado, 10 de abril de 2010

La vida debajo del sol


En la Biblia, en el antiguo testamento, nos encontramos con el libro de Eclesiastés, en esta maravillosa revelación Divina, el Señor nos muestra a través de las vivencias, experiencias, reflexiones, ilusiones, frustraciones y observaciones de un hombre, que había trazado una línea divisoria entre la vida, vista debajo del sol y la misma vida considerándola más allá del sol.

Ese libro data del año 977 a.c. y a pesar de tener tanto tiempo escrito y divulgado, el hombre no logra entender su mensaje a plenitud.

Estamos hablando de un rey que ejerció el poder político, económico y militar de su país. Un monarca que se engrandeció más que todos los que le precedieron. Pues bien, ése gobernante absoluto de su nación, propuso en su corazón buscar la felicidad, la satisfacción y el sentido de la vida y de todo lo que se hace debajo del sol. He aquí su búsqueda y sus conclusiones:

Ecc1:12 Yo, el Predicador, he sido rey sobre Israel en Jerusalén.

Ecc1:13 Y apliqué mi corazón a buscar e investigar con sabiduría todo lo que se ha hecho bajo el cielo. Tarea dolorosa dada por Dios a los hijos de los hombres para ser afligidos con ella.

Ecc1:14 He visto todas las obras que se han hecho bajo el sol, y he aquí, todo es vanidad y correr tras el viento.

Ecc1:15 Lo torcido no puede enderezarse, y lo que falta no se puede contar.

Ecc1:16 Yo me dije: He aquí, yo he engrandecido y aumentado la sabiduría más que todos los que estuvieron antes de mí sobre Jerusalén; mi corazón ha contemplado mucha sabiduría y conocimiento.

Ecc1:17 Y apliqué mi corazón a conocer la sabiduría y a conocer la locura y la insensatez; me di cuenta de que esto también es correr tras el viento.

Ecc1:18 Porque en la mucha sabiduría hay mucha angustia, y quien aumenta el conocimiento, aumenta el dolor.

Ecc2:1 Entonces me dije: Ven ahora, te probaré con el placer; diviértete. Y he aquí, también esto era vanidad.

Ecc2:2 Dije de la risa: Es locura; y del placer: ¿Qué logra esto?

Ecc2:3 Consideré en mi mente cómo estimular mi cuerpo con el vino, mientras mi mente me guiaba con sabiduría, y cómo echar mano de la insensatez, hasta que pudiera ver qué hay de bueno bajo el cielo que los hijos de los hombres hacen en los contados días de su vida.

Ecc2:4 Engrandecí mis obras, me edifiqué casas, me planté viñedos;

Ec 2:5 me hice jardines y huertos, y planté en ellos toda clase de árboles frutales;

Ecc2:6 me hice estanques de aguas para regar el bosque con árboles en pleno crecimiento.

Ecc2:7 Compré esclavos y esclavas, y tuve esclavos nacidos en casa. Tuve también ganados, vacas y ovejas, más que todos los que me precedieron en Jerusalén.

Ecc2:8 Reuní también para mí plata y oro y el tesoro de los reyes y de las provincias. Me proveí de cantores y cantoras, y de los placeres de los hombres, de muchas concubinas.

Ecc2:9 Y me engrandecí y superé a todos los que me precedieron en Jerusalén; también la sabiduría permaneció conmigo.

Ecc2:10 Y de todo cuanto mis ojos deseaban, nada les negué, ni privé a mi corazón de ningún placer, porque mi corazón gozaba de todo mi trabajo, y ésta fue la recompensa de toda mi labor.

Ecc2:11 Consideré luego todas las obras que mis manos habían hecho y el trabajo en que me había empeñado, y he aquí, todo era vanidad y correr tras el viento, y sin provecho bajo el sol.

A nada le encontró sentido, ni al poder político, ni al poder económico, ni al poder militar, ni a las bellas artes, ni a la bebida, ni al placer, ni a las mujeres, ni a la ciencia, ni al conocimiento, al intelectualismo, ni a las obras, ni a las edificaciones, ni al dinero, ni a la risa, ni a la locura, a nada.

Debajo del sol y si considerar a Dios, el ser humano en su ser y quehacer, nunca encontrará el sentido de la vida, su propósito y su fin.

Cuando viró, y consideró a Dios y a su revelación, entonces pudo concluir con las siguientes palabras:

Ecc12:13 La conclusión, cuando todo se ha oído, es ésta: teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto concierne a toda persona.

Ecc12:14 Porque Dios traerá toda obra a juicio, junto con todo lo oculto, sea bueno o sea malo.

El pesimismo que se refleja en algunos intelectuales dominicanos, políticos y religiosos, entre otros sectores de la sociedad, proviene de la cosmovisión de la vida solamente de este lado del sol. Si no somos capaces de entender la cosmovisión que Dios nos da a través de su palabra revelada en las Sagradas Escrituras, tampoco le encontraremos sentido a las cosas, y es que realmente no tienen sentido.

Pero en la cosmovisión Bíblica del mundo y sus cosas, sí hay respuestas a todo lo que estamos viendo, si sabemos los “por qué” de las cosas, si conocemos hacía donde se está conduciendo la humanidad, y “por qué”.

En la cosmovisión Bíblica no hay lugar al pesimismo cínico, así como tampoco para positivismo irreal y engañoso. En la Biblia se nos presenta la realidad de las cosas en la dimensión justa que Dios quiere que la conozcamos.

Homero Figueroa, Pablo Mackinney, Andrés L. Mateo, Carlos Dore, entre otros intelectuales del país, han escrito preguntándose y diciendo: “todo está perdido, de donde vendrá la esperanza, ¿A quién recurrir?, todo es frustración, no hay ética que valga, no hay moral que se sostenga.” Y así es en la realidad debajo del sol.

Andrés L. Mateo escribió: ”Nadie puede situarse sin desgarrarse ante el fin ardientemente deseado, porque no hay lugar confortable esperándote bajo el sol, y cualquier idea salvadora que mi corazón de padre elija entre todas las que pasan por mi mente, para desearte como herencia, quedará suspendida de es hueco siempre futuro del porvenir.”“Mc. 16 de diciembre de 1998, Listin Diario. Carta a mi hijo Andrés”.

HomeroFigueroa,escribió:"convencidos de que no hay utopías posibles, vivimos con la moral del desahuciado. Sin porvenir. Los hombres sin porvenir rompen todo límite por el último placer. Nuestro pasado es cementerio de futuros. El presente en descomposición se salva con un poco de esperanza. Quién la ofrece?

Con esa cosmovisión de la vida, es muy triste vivirla. No vale la pena vivirla.

Pero en Jesús tenemos las respuestas, no en los hombres ni en las iglesias, en Cristo tenemos las interrogantes contestadas, en las Sagradas Escrituras está la cosmovisión correcta del mundo y de todo lo que en el hay, y está sucediendo.

La vida debajo del sol, sin Dios en el panorama, Eclesiastés la equipara a la vida animal, una vida irracional, materialista y sin más sentido que el sin sentido.

La vida debajo del sol y más allá del sol, con Dios en el panorama, es todo lo contrario.

Debemos de acercarnos a nuestro Creador y Salvador, somos hecho a su imagen y a su semejanza, y todavía conservamos nuestra dignidad como seres humanos, pero en él, todavía podemos convertirnos de nuestros malos caminos, pero con él, sin él, nada podemos hacer.